Ander
Fui consciente de mi afición por la montaña el verano de 2009. Después de muchos años de crecer en un grupo eskaut y de incontables excursiones, campamentos en la naturaleza y rutas de varios días, el primer verano tras finalizar el colegio fui con varios amigos a Pirineos a repetir parte de uno de los campamentos que habíamos hecho años atrás. Fue la primera salida a la montaña que organicé: sin duda, tantos años de actividades al aire libre habían calado y, cuando ya no iban a “llevarnos”, decidimos ir nosotros.
Desde entonces he seguido descubriendo lugares, muchas de las montañas del País Vasco y alrededores, sobre todo de Bizkaia, pero también han sido incontables las aventuras por las zonas de las merindades y los Pirineos, con incursiones por los Picos de Europa, la sierra de Gredos o la montaña palentina, entre otras.
En mi formación universitaria como ingeniero uno de los proyectos que desarrollé acabó publicado en Internet. Se trataba de una “enciclopedia” de las montañas. El proyecto, aunque sigue en línea, era demasiado pretencioso como para poder decir que, 11 años después, esté terminado. La afición por la montaña siguió desarrollándose. En una de mis escapadas a la zona del Castro Valnera eché en falta un buzón en una pequeña cima cercana al puerto de las Estacas de Trueba, el Peñanegra, y consultando por Internet leí que su colocación está reservada a clubes de montaña. Todavía recuerdo el día que, con uno de los grandes amigos que me han acompañado en muchas de las aventuras, nos miramos y dijimos: “pues si hay que tener un club, se crea”. No mucho después fundamos el club de montaña que hoy presidimos.